HABLEMOS DE CUERNOS
En
esta ocasión la cosa va de cuernos, pero no de los que no se ven aunque se
lleven con más o menos dignidad, y eso que resultaría mucho más morboso y daría
un juego que ya quisiera la selección española, sino de los que además de ser
evidentes, cuando los tienes a pocos metros de distancia, y sin nada ni nadie a
quien encomendarse, provocan pánico paralizante, bueno en algunos casos lo
único que no se paraliza son los esfínteres que se sueltan a capricho, y qué
queréis que os diga, en esos momentos no está uno con finuras, que estamos
cagadotes, por supuesto, como para no estarlo, ya tendremos tiempo de pasar por
el baño, con ropa y todo como en las viejas películas del oeste.
Digo
que va de cornamentas porque cuando escucho a algunos egresados en esto de la
tauromaquia decir algunas cosas, mi capacidad de comprensión hace aguas, no
como las anteriores, que puestos a pensar mal no hay quien nos pare, y al
oírlas mi lógica pensamientil se desmorona
como un castillo de naipes en un vendaval, y tengo la sensación que se está
buscando la cuadratura del círculo, o la
piedra filosofal, porque no me lo explico, tanto si lo dicen por justificar la
lidia, como si lo expresan convencidos, y no crean que lo hago desde mi
militancia antitaurina, que no la practico, ni pago cuota alguna a esta o
aquella asociación proanimales, para
nada, es simplemente que los goznes del pensamiento me chirrían y nada más, que
no es poco.
Una
de las frases que oigo varias veces, y que podría ingresar en el tratado
antológico de JUSTIFIQUE LO QUE DESEE QUE A LA PEÑA NO LE IMPORTA, es la
siguiente: «Si no fuese por la lidia, los toros bravos no existirían»
¡Toma
ya!. Si quieres más vuelve a por otra, que te vas a ir calentito o, para dar
gusto a los políticos, que en esto del lenguaje se la cogen con papel de fumar,
calentita. Salvando las distancias, que las hay y considerables, entre otras la
de cerca de dos mil años atrás, y la de que en este caso se trata de animales y
en aquel de personas, (no entro en que para los romanos los gladiadores eran
esclavos, por tanto, para ellos su atributo de humanos no existía, porque de
considerarles personas es inadmisible que les esclavizaran) es como si a
alguien se le ocurriese decir que gracias a que existen combates de gladiadores,
existe el gladiador. ¿No sería mejor para todos que dijesen que para la fiesta
taurina necesitan los toros bravos y listo? Ya que, y esto está clarísimo, lo
que no existiría sin el fornido cornudo, sería la fiesta taurina, ¿no les
parece? Supongo que tanto el toro bravo como el fiero león existen, y es lo
natural, al margen de los circos y de las plazas de toros. Ha sido el Homo
sapiens el que ha intervenido en la naturaleza y los ha buscado un fin
diferente al que sus genes les predestinaban, o es que debemos pensar que esas
dos duras,(como que son huesos) largas y
puntiagudas proyecciones que lucen en la cabeza, las han desarrollado para
defenderse de un capote, que ni como quitasol serviría al bichito. Por consiguiente,
pongamos las cosas en su sitio y dejemos claro que lo que no existiría sin los
bravos bóvidos, serían las corridas de toros y otros espectáculos derivados.
También
he oído, os lo prometo que lo he oído, decir que la música en los toros es un
elemento imprescindible para crear afición, pues forma parte inseparable del
espectáculo. Casi nada monada, es que hay cada opinión y cada opinante que te
dejan turulato, vamos, más bloqueado que el juez Garzón para la Audiencia
Nacional, y tu argumentario lógico se queda más atascado que la recuperación
económica, que ya es decir. ¿Hasta dónde se remontará esta simbiosis
músico-animal?. Tiren, tiren de la manta a ver dónde llegan, eso si, con mayor
determinación que Bárcenas que a este paso no les veremos ni los pies. Supongo
que esto se lo habrán escuchado al lidiado, que después del sangrante castigo
que sufre, debe tener el cuerpo para músicas, y, hasta para bailarse un
pasodoble si fuera menester, como dirían en Tomelloso; y es que desde los
albores del uro, que según los últimos descubrimientos lo sitúan en África,
donde ese mastodóntico búfalo campaba a sus anchas, si les parece con más de un
metro por cuerno y casi tonelada y media de peso, es como para recorrer las
praderas acojonadito, ¿verdad campeón a partir de sus primeros meses de vida,
les ponían música para ayudar a que su crecimiento fuera más armónico y
equilibrado, faltaría más. Creo que incluso el Padre Mundina, suscribiría que
la música es buena hasta para las plantas, (claro que esto no debe de funcionar
en las ciudades porque, según cuentan fuentes bien informadas, el número de
alcornoques no para de aumentar, y si las melodías musicales tuviesen efectos
positivos, me parece a mí, que, cuando menos, se irían transformando en
coníferas, que quieras o no ya es un avance), pero las bondades de la
interpretación de las notas sobre el pentagrama no acaban aquí, no, porque,
según el dicho popular «la música amansa las fieras», se dirá por algo, quién
soy yo para ponerme en contra. Ahora bien, en este caso de las corridas, parece
algo contradictorio, pues se trata que el torito sea lo más bravo posible, y si
la música le amansa, estaría llendo en contra de la esencia del espectáculo,
que ya me veo yo a esos aficionados hospitalarios invitando al animal a un
traguito de limonada y sentándolo con ellos en la grada: «anda refréscate un
poco, siéntete como en casa, descansa y luego sigues, que no tenemos prisa». La
música es un arte y merece toda mi admiración, y solo el hombre sabe darle todo
el valor que corresponde, utilizando su sensibilidad para componerla,
reproducirla y escucharla, pero creo que, en estos casos, se pide música de
manera un poquito espuria, dicho con respeto, que nadie se me enfade, que
perdemos la alegría y luego cuesta un mundo recuperarla, y cuando no pueda ser,
porque los músicos tienen que descansar, ahí están las voces de los
aficionados, y todo para evitar oir los gañidos del humillado animal y así,
digo yo, poder dar la sensación que el toro se lo está pasando pipa. Ignoro si
en las dehesas de reses bravas ponen música,por supuesto de banda, para que los
futuros sufridores se emocionen cuando pisen los alveros, pero si no la
pusieran, propongo a los ganaderos que innoven y vayan educando musicalment a
los morlacos, que seguro será un valor añadido. Ahí está el cornudo, en medio
del coso, marcándose un pasodoble de pizarra y haciendo las delicias del
respetable, que ni Iturriaga ni Torrente lo harían mejor. ¿Quién da más?
Hay otra cosa que tampoco entiendo, pero, a estas
alturas, esto no es raro porque yo entiendo poco de casi todo, y de la fiesta
taurina menos todavía, y es lo de los cohetes. Vamos a ver, he oído decir a un
curtido aficionado y de rancia tradición, que cuando tira un cohete, por
descontado en abbiente taurómaco, y se escucha su estallido, se produce una
corriente, entiendo que energética y positiva y no el hormiguilleo que nos
sobreviene en los músculos después de una mala postura corporal, que suele
producirse en las siestucas hispánicas, u otro hormiguilleo de condición más
placentera que aunque os adivino la pícara sonrisita, no os pienso dar cancha,
decía que se produce una corriente mediante la cual se funde íntimamente con la
fiesta, y la afición le crece, no dice si exponencialmente, pero le crece, y si
antes entendía poco, después de esta experiencia, yo diría que mística,
entiendo menos. Si algún voluntario se ofrece a explicármelo se lo agradezco,
puede que yo sea un poquito duro de sesera y no me entre, pero esto puede
cambiar, no perdamos la esperanza. No niego la belleza que los aficionados
aprecian en la lidia, ni el folclore de colorido y rituales que se ponen en
escena, ni la rica y a veces cargada literatura, utilizada para describir las
faenas, (faena, nunca mejor dicho, la que le hacen al toro) esto es, la jerga
taurina, pero el ruido de la pólvora al estallar, se me escapa en qué momento
entroniza con el espectáculo, y lo que de ningún modo capto es el poder de esa
pólvora para hacer afición. Hombre de Dios, si es que para justificar la fiesta
ya no se sabe lo que decir. Claro que esto de tirar un cohete, cuanto más
potente mejor, parece que no solo se debe asociar a los toros, pues donde vivo
se utiliza en varios acontecimientos, a saber:
Se da en mi pueblo algo que llaman tradición, y consiste
en que los alabarderos se despiertan con cohetazos en la madrugada del 28 de
agosto, pues, y es una sugerencia, ¿no resultaría más moderno hacerlo al compás
de alguna de esas suaves melodías del despertador?, o, si quieren algo más
tradicional, con ese canto de gallo que también cabe en el dichoso relojito, o
lo más de lo más, despertarse por whatsapp. Pero no, la tradición es la de los
petardazos, y como es tan divertido así debe seguir, hasta que desaparezca el
28 de agosto o la pólvora se agote.
Otro caso más: Qué quieren que les diga de los cohetes en
las bodas, tanto antes de darse el consentimiento los novios, como después de
comprometerse. Aquí, aunque desconozco cuál es el significado de los
bombardeos, imagino que si la pareja se separa, se devolverán los cohetes,
¿verdad?. Total, ¿para qué les han de servir ya.
Podría continuar reflejando ejemplos, pero quedaría largo
y me desviaría varias provincias del tema principal. Sin embargo, para cerrar,
por ahora, porque el asunto da para mucho más, esto de los petardazos, es
posible que tengan sus antecedentes en las salvas que disparan los militares
para conmemorar alguna victoria, es posible, ahí lo dejo. No obstante, si
alguno desea investigarlo, que nos cuente el resultado, porfa.
Saluditos.
Muy interesante, amigo. Esto de las tradiciones...no es fácil para el que ha crecido ¨con la fiesta brava¨, desprenderse de las corridas; pero, ya lo aceptarán y pasarán a la historia. Por acá, se suspendieron bien temprano.
ResponderEliminarAbrazos