CENA EN PISCINA
Ya tengo ganitas que abran las piscinas, y no
porque esté como loco por lanzarme de cabeza al agua, un chapuzón que me
refresque incluso las ideas, las euforias del baño se me están agotando, será
la edad, seguramente, qué otra cosa podría ser... ni por los desfiles de
bellezones a prueba de ultravioletas, ni por el chas, chas que hacen las
chanclas al andar, que me hace sentirme en la playa aunque esté en la oficina o
en medio de un supermercadote de los de barrio, ni por los búhos que leen, sin
un gramo de aumento, hasta la última línea de la pantalla del oftalmólogo, eso
es vista de lince y lo demás fantasmadas, y sin parpadear, ¡qué bárbaro,!; sino
por comer una buena tortilla española, por supuesto, con huevos de corral con
esas yemas de amarillo intenso, como las yemas mejidas que batidas con azúcar y
leche (también se pueden preparar con agua) me tomaba de chicuelo para combatir
los catarros, una ensalada con frutos de la huerta, biológicos por favor, y
alguna carne a la brasa, salvo que se una al comercio y bebercio algún rarillo,
y se pida un bocadillo de bonito, que te quedas ojiplático y sin saber que
decir, o si se te ocurre algo al uso te lo callas para no molestar, pero bueno,
cómo te vienes de cenorrio y te despachas con un bocata de bonito con lo que
hay de cena, ¡alma cándida!, y, por si no fuese bastante afrenta, proclamas,
sancionas y promulgas como si fueses el rey, que pagamos a escote, coño que le
miras pasmado y te dan ganas de invitarle y alojarle en tu casa, bueno, lo más
importante, porque algo relevante tiene que ocurrir, es que lo haces en
compañía de unos amigos con una charla amena, tirando a un lado y a otro, que
ya que nos ponemos no nos vamos a cortar. Si a todo esto añadimos la brisa
azotando suavemente las hojas de los árboles, aquí se requiere de manera
imprescindible que haya árboles, de cajón ¿verdad?, estaremos consiguiendo unos
momentos deliciosos. La velada puede ser para comer, pero a mi me gusta más la
nocturna, me parece que tiene más encanto, la noche todo lo confunde, leches,
si hasta los gatos son pardos, cuanto más si tenemos que distinguir
intenciones. Es cierto que las risotadas de los que se divierten sin complejos,
se amplifican en la noche, y los niños, que de vez en cuando quedan algunos a esas
horas, tal vez por el cansancio del largo día de travesuras, se conjuran y se
vuelven más traviesos si cabe, pero son tan expontáneos e inocentes, o no, que
más da, que no molestan, sin embargo los trinos de los pajarillos y algunos
otros ruidos nocturnos son más perceptibles y rellenan los vacíos de la noche.
Claro, se me olvidaba, y no porque no sea importante que lo es, todo esto si la
música del bar nos lo permite, que hay cada musiquero pinchadiscos, que más que
pinchar parece que los trincha y en vivo que es muchísimo más agresivo, y que
nos obliga a levantar la voz, que podemos pasar perfectamente por vendedores de
melones, eso si, de la Mancha, que son los mejores, y que nadie se hurañe por
sentirse menospreciado con esto de voceador melonero que no van por ahí los
tiros. ¿No les habrá dicho alguien que eso es antinegocio? Vamos, a veces, si
no fuese porque la artrosis me lo impide, de un salto me subía a las mesas y me
bailaba lo que me echasen, que menudos soy yo, pero al final opto por la tranquilidad,
al margen el ruido musicoñil, no se me vaya a salir algún hueso de su lugar
asignado y acabemos la fiesta en urgencias, que según están mejor no usarlas.
Creo que me está quedando largo y esta noche juega España, y no puedo
rivalizar con la afición futbolera, salvo que me acabe de caer de un guindo, y
por los años que colecciono me da la sensación que va a ser que no. Seguiré en
otra ocasión.
Ah, de vuelta espero que no se nos cruce un
gato negro, que el del bocata de bonito es supersticioso, le faltará algo al
señorito, y tengamos que parar y dar siete pasos y medio para atrás y
comenzando con la pierna izquierda, que si no no vale. ¿Qué me dicen ciudadanos
lectores? En casos de esta guisa, se decía que era para echarle de comer a
parte, no, si ya come a parte, ¿os parece poco lo del bocata?. ¡Vaya tela! Pero
que nadie se alarme, al final se le toma cariño y eso, quieras que no, termina
por minimizar lo demás. Es que en nuestras veladas nocheriegas y nostalgiconas
no nos privamos de nada. Saluditos.
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