viernes, 13 de junio de 2014

CENA EN PISCINA


 

CENA EN PISCINA

 

Ya tengo ganitas que abran las piscinas, y no porque esté como loco por lanzarme de cabeza al agua, un chapuzón que me refresque incluso las ideas, las euforias del baño se me están agotando, será la edad, seguramente, qué otra cosa podría ser... ni por los desfiles de bellezones a prueba de ultravioletas, ni por el chas, chas que hacen las chanclas al andar, que me hace sentirme en la playa aunque esté en la oficina o en medio de un supermercadote de los de barrio, ni por los búhos que leen, sin un gramo de aumento, hasta la última línea de la pantalla del oftalmólogo, eso es vista de lince y lo demás fantasmadas, y sin parpadear, ¡qué bárbaro,!; sino por comer una buena tortilla española, por supuesto, con huevos de corral con esas yemas de amarillo intenso, como las yemas mejidas que batidas con azúcar y leche (también se pueden preparar con agua) me tomaba de chicuelo para combatir los catarros, una ensalada con frutos de la huerta, biológicos por favor, y alguna carne a la brasa, salvo que se una al comercio y bebercio algún rarillo, y se pida un bocadillo de bonito, que te quedas ojiplático y sin saber que decir, o si se te ocurre algo al uso te lo callas para no molestar, pero bueno, cómo te vienes de cenorrio y te despachas con un bocata de bonito con lo que hay de cena, ¡alma cándida!, y, por si no fuese bastante afrenta, proclamas, sancionas y promulgas como si fueses el rey, que pagamos a escote, coño que le miras pasmado y te dan ganas de invitarle y alojarle en tu casa, bueno, lo más importante, porque algo relevante tiene que ocurrir, es que lo haces en compañía de unos amigos con una charla amena, tirando a un lado y a otro, que ya que nos ponemos no nos vamos a cortar. Si a todo esto añadimos la brisa azotando suavemente las hojas de los árboles, aquí se requiere de manera imprescindible que haya árboles, de cajón ¿verdad?, estaremos consiguiendo unos momentos deliciosos. La velada puede ser para comer, pero a mi me gusta más la nocturna, me parece que tiene más encanto, la noche todo lo confunde, leches, si hasta los gatos son pardos, cuanto más si tenemos que distinguir intenciones. Es cierto que las risotadas de los que se divierten sin complejos, se amplifican en la noche, y los niños, que de vez en cuando quedan algunos a esas horas, tal vez por el cansancio del largo día de travesuras, se conjuran y se vuelven más traviesos si cabe, pero son tan expontáneos e inocentes, o no, que más da, que no molestan, sin embargo los trinos de los pajarillos y algunos otros ruidos nocturnos son más perceptibles y rellenan los vacíos de la noche. Claro, se me olvidaba, y no porque no sea importante que lo es, todo esto si la música del bar nos lo permite, que hay cada musiquero pinchadiscos, que más que pinchar parece que los trincha y en vivo que es muchísimo más agresivo, y que nos obliga a levantar la voz, que podemos pasar perfectamente por vendedores de melones, eso si, de la Mancha, que son los mejores, y que nadie se hurañe por sentirse menospreciado con esto de voceador melonero que no van por ahí los tiros. ¿No les habrá dicho alguien que eso es antinegocio? Vamos, a veces, si no fuese porque la artrosis me lo impide, de un salto me subía a las mesas y me bailaba lo que me echasen, que menudos soy yo, pero al final opto por la tranquilidad, al margen el ruido musicoñil, no se me vaya a salir algún hueso de su lugar asignado y acabemos la fiesta en urgencias, que según están mejor no usarlas.

Creo que me está quedando largo  y esta noche juega España, y no puedo rivalizar con la afición futbolera, salvo que me acabe de caer de un guindo, y por los años que colecciono me da la sensación que va a ser que no. Seguiré en otra ocasión.

Ah, de vuelta espero que no se nos cruce un gato negro, que el del bocata de bonito es supersticioso, le faltará algo al señorito, y tengamos que parar y dar siete pasos y medio para atrás y comenzando con la pierna izquierda, que si no no vale. ¿Qué me dicen ciudadanos lectores? En casos de esta guisa, se decía que era para echarle de comer a parte, no, si ya come a parte, ¿os parece poco lo del bocata?. ¡Vaya tela! Pero que nadie se alarme, al final se le toma cariño y eso, quieras que no, termina por minimizar lo demás. Es que en nuestras veladas nocheriegas y nostalgiconas no nos privamos de nada. Saluditos.
 
Manuel Camuñas
 

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