lunes, 26 de enero de 2015

SOBRE LA MESA


SOBRE LA MESA

 

Apoyado en la mesa de despacho,

en la corteza del horizonte,

o en los hilos del abismo,

leo, pienso, escribo.

En horas concretas el sueño me vence,

una calma casi plena me absorbe,

a duermevela el cuerpo apenas pesa,

y no leo, pienso, escribo.

La ventana proyecta el sol en mi espalda,

y desperezo toxinas,

sacudo tormentos,

respiro ilusiones

y ofrezco al mundo

inservibles letanías medioambientales.

Unos chiquillos gritan en la calle,

no logro saber cuál es su juego,

mucho menos el juego sutil de la hipocresía,

es esquivo y resbala

dejando conciencias dormidas

en los bordillos alquitranados de la ética.

Un perro ladra como un reclamo,

al fondo otros contestan,

o tal vez lo retan.

¿Qué importa que la vida sea una apuesta?

¿Qué importa mientras la apuesta no sea impuesta

y apostar no cueste algo más que un esfuerzo?.

Dentro de los sueños todo es más fácil,

pero ahí no nos conocen,

para que engañarnos,

tampoco nos conocemos.

En las cuatro estanterías,

que se levantan del suelo al techo,

se encuentran bastantes indicios,

indicios que, aún sin voz,

dicen cómo soy.

Es igual,

para qué entrar en controversia,

quizás al final del sueño,

se despierte otra persona

y nada de lo anterior sea cierto.

 

Manuel Camuñas

domingo, 18 de enero de 2015

UN BORRÓN


UNBORRÓN

 

Se me ocurren muchas formas de perder el tiempo,

casi tantas como de ganarlo,

la balanza ppuede quedar nivelada en cualquier instante,

o peor todavía,

arrojar un saldo negativo.

No me gusta nada este asunto,

qizá quede bien para un poema,

estoy dispuesto a admitirlo,

pero si a lo escrito no lo hace daño,

y puede adornar su figura,

a mi imaginación le corta las alas,

y no vuela y andar no sabe.

Sucede que me veo tumbado y me siento bien,

sucede que lo baldío prevalece sobre lo fértil,

sucede que en vez de empujar quiero que me  empujen,

y sucede que además me gusta,

que ya es el colmo.

Tal vez al verso no lo haga daño,

ahora bien,

con el músculo en atrofia

y las neuronas en decadencia,

¿qué me pueden pedir o yo exigirme?,

como mucho borrones sobre el papel,

que en estos casos no es poco.

Por eso os digo claramente:

para cualquier tiempo perdido,

un borrón ya es algo.

 

Manuel Camuñas