ENCONTRÉ LA PAZ
A Rosa Robira, porque con su manantial de
entrega y entusiasmo, nos sirve paz y belleza sobre alfombra de flores.
Encontré la paz al lado de tus figuras de
papiroflexia,
en la contraportada del libro que calmó tus
lágrimas,
dentro de los papeles que dibujas en la tarde
descolorida,
en los límites de las fantasías que adornan
tus costuras,
y en tus palabras de lechosa savia fermentando
vientos de amistad.
Encontré la paz refugiada en tu regazo de
madre tierra,
enredada en los bucles de tus noches
cristalinas,
disuelta en tus historias de azúcar y pan de
oro,
al final del aguacero de ternura en tus
versos,
en la estela celeste de tus cuentos de abril y
luna,
y sobre las amapolas de tu jardín de princesas
y dragones.
Encontré la paz sonriendo en el sofá de tus
melancolías,
enroscada en tus dedos como anillos de espuma,
coloreando las mariposas que adornan tus
manteles,
en tu festiva ilusión de pulpa caramelizada,
armonizando las canciones que derraman néctar
en tus recuerdos,
y meciéndose en tus brazos de palmera y viento
húmedo.
Encontré la paz sobre el alféizar de tus
pupilas,
al andar tu vereda de granos de polen y
celindas de jilguero,
en las pompas de oxígeno de tu corazón de
galaxia,
en el borde de la taza de café cuando cuentas
estrellas,
y en la mágica mecedora de tus tardes de
acuarela y plastilina.
Encontré la paz en las mañanas que siembras
con semillas de perejil.
Encontré la paz porque la paz vive contigo.
¡Larga vida a la belleza!.
Manuel
Camuñas
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