A Felisa Domínguez Martín, para que su sonrisa sea nuestro más
preciado tesoro.
2 de febrero de 2016
DOS PLÁTANOS ENTRE TERNURAS
No madre,
no me mande a comprar dos plátanos,
no me mande que no quiero ir.
Ah, dios, dos plátanos,
dos plátanos como dos dientes de leche,
enhiestos como dos adolescentes
que mastican la vida,
y en la vida dejan su semilla
como dos palomas de nieve,
dos soles que amanecen de tu cara
como dos buidas palmeras
en el horizonte de un cereal
océano,
dos géiseres de miel en la amargura del silencio,
dos lirios que espejean en las mañanas de escarcha y humo de leña,
dos amapolas enraizadas en la ternura que fluye por tu sangre,
dos pasiones en el camino de la felicidad.
No madre, no, no me mande,
no me mande que al pedirlos se ríen de mí.
¡Pero niña!:
¿quién ha de reírse?. ¿Quién?.
Nadie, nadie.
Es tu risa, solo tu risa,
Escucha..., ¿la oyes?.
Es tu risa, siempre tu risa,
escúchala bien,
eres la única que sonríe.
Ah, risa de nata y membrillo,
vibran tus labios acompasados,
tu mirada deslumbra,
y hasta la noche manda su luna para mirarte.
Esa risa viene de tu corazón,
prende primaveras,
se extiende por tu piel,
y deja su polen en la yema de mis dedos.
Aletea como golondrinas tempranas,
avanza por calles y crepúsculos,
en las plazas describe círculos
y entra en cada casa
como el amor en el alma.
Sí, niña, sí,
es tu risa que todo lo ocupa,
todo, todo, todo....
No me diga eso madre,
no me lo diga,
es verdad, se ríen, se ríen,
y a mí me da vergüenza.
No mi vida,
no, no es su risa,
escúchala bien,
es la tuya niña, la tuya,
¿te oyes?,
es Tu risa, tu risa, tu risa...
Manuel Camuñas.
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