lunes, 2 de noviembre de 2015

QUIERO DECIROS


QUIERO DECIROS

Quiero deciros que, a veces, los días llegan con abrigo y se marchan en bañador,

las mentiras se muerden las uñas y piden tiempo muerto,

el balón baila en el aro y el rebote le cae al árbitro,

y en las gradas se celebran los divorcios de las aficiones con pompones de desolación;

quiero deciros que, a veces, entras de espaldas en casa

y cenas muesli de cereales en silencio,

llevas los logros de la jornada a las lavanderías,

entregas las llaves de las convicciones a los mendigos,

recoges las lágrimas de los perros callejeros,

y guardas las manos en los bolsillos de las golondrinas;

quiero deciros que, a veces, al finalizar la primavera,

los Reyes Católicos comulgan con opas hostiles,

el vendedor de prótesis dentales abre los botellines con los dientes,

los concesionarios de vehículos de ocasión sortean viajes de placer entre las amas de casa,

los magnates de los hidrocarburos remojan su euforia en los spa balnearios de Marbella,

y los delfines curan el estrés en la sala de reposo del mar de Liguria con tumbonas térmicas;

quiero deciros que, a veces, las prostitutas se refrescan en las fuentes de las rotondas,

los gatos persas asaltan los contenedores de las pescaderías,

el horizonte se pinta los labios carmesí y nos besa en la nuca,

los taxistas del África subsahariana exhiben bandera blanca,

y en los cines se celebra el día del espectador con palomitas de miel;

quiero deciros que, a veces, al concluir el día los puntos cardinales pierden su magnetismo,

naufrago desorientado en casa,

escucho programas de opinión en la radio y escribo versos descolocados,

los duendes de la belleza colorean adjetivos en las madrugadas,

y los rosales pintan de rosa la sonrisa del alba;

quiero deciros que, a veces, al final de los conciertos solo aplauden los camareros,

las peluqueras crean cisnes en las cabezas de las bailarinas,

y los acomodadores recogen sueños rotos de las papeleras;

quiero deciros que, a veces, el vacío en el corazón ciega los ojos de los humanos;

quiero deciros que, a veces, al volver a casa,

solo los abrazos de ternura eliminan los rasguños de la indiferencia;

quiero deciros que, a veces, el amor reconcilia hasta con los genes rebeldes.

Manuel Camuñas  

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