QUIERO DECIROS
Quiero deciros que,
a veces, los días llegan con abrigo y se marchan en bañador,
las mentiras se
muerden las uñas y piden tiempo muerto,
el balón baila en el
aro y el rebote le cae al árbitro,
y en las gradas se
celebran los divorcios de las aficiones con pompones de desolación;
quiero deciros que,
a veces, entras de espaldas en casa
y cenas muesli de
cereales en silencio,
llevas los logros de
la jornada a las lavanderías,
entregas las llaves
de las convicciones a los mendigos,
recoges las lágrimas
de los perros callejeros,
y guardas las manos
en los bolsillos de las golondrinas;
quiero deciros que,
a veces, al finalizar la primavera,
los Reyes Católicos
comulgan con opas hostiles,
el vendedor de
prótesis dentales abre los botellines con los dientes,
los concesionarios
de vehículos de ocasión sortean viajes de placer entre las amas de casa,
los magnates de los
hidrocarburos remojan su euforia en los spa balnearios de Marbella,
y los delfines curan
el estrés en la sala de reposo del mar de Liguria con tumbonas térmicas;
quiero deciros que,
a veces, las prostitutas se refrescan en las fuentes de las rotondas,
los gatos persas
asaltan los contenedores de las pescaderías,
el horizonte se
pinta los labios carmesí y nos besa en la nuca,
los taxistas del
África subsahariana exhiben bandera blanca,
y en los cines se
celebra el día del espectador con palomitas de miel;
quiero deciros que,
a veces, al concluir el día los puntos cardinales pierden su magnetismo,
naufrago
desorientado en casa,
escucho programas de
opinión en la radio y escribo versos descolocados,
los duendes de la
belleza colorean adjetivos en las madrugadas,
y los rosales pintan
de rosa la sonrisa del alba;
quiero deciros que,
a veces, al final de los conciertos solo aplauden los camareros,
las peluqueras crean
cisnes en las cabezas de las bailarinas,
y los acomodadores
recogen sueños rotos de las papeleras;
quiero deciros que,
a veces, el vacío en el corazón ciega los ojos de los humanos;
quiero deciros que,
a veces, al volver a casa,
solo los abrazos de
ternura eliminan los rasguños de la indiferencia;
quiero deciros que,
a veces, el amor reconcilia hasta con los genes rebeldes.
Manuel
Camuñas
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