domingo, 15 de febrero de 2015

HAY COLECCIONES QUE NO ME GUSTAN


HAY COLECCIONES QUE NO ME GUSTAN

 

A veces, de puro orgullo,

ufanos y felices de habernos conocido,

engreídos sacamos pecho,

más por aplausos, vítores y egos,

que al amparo de razones irrefutables.

Épicos golpeamos la cara con palmas abiertas,

hinchamos carrillos,

y endiosados resoplamos satisfacción.

Valerosos, invencibles, heroicos,

damos un paso al frente,

mostramos heridas de guerra,

prepotencia, necedad,

las exhibimos con pompa y arrogancia,

y como cenit de la estulticia,

se incorporan a los manuales para ejemplo de generaciones.

¡Qué merecidos trofeos de colección!.

¡Qué altas dignidades!.

¡Qué excelso honor y ensalzamiento!.

¡Qué orgullo entre orgullos!.

¡Qué vanidad entre vanidades!.

¡Cómo justifican!.

¡Cómo satisfacen!.

¡Cómo saben a gloria!.

Pero la gloria,

ah, la gloria amigo,

la gloria es más efímera que las heridas,

cuenta con ello a pesar de tu júbilo.

Si te digo la verdad,

hay colecciones que no me gustan,

y menos si se marcan a fuego en la piel,

en el corazón,

en el alma.

No me gustan tales trofeos,

mucho menos sus méritos,

y lo de ensalzar,

cómo decirlo,

lo de ensalzar,

en el mejor de los casos,

un canto de sirenas.

Para la piel no tengo dudas,

imprescindible coleccionar

besos extensos o muy extensos,

caricias directas y al detalle,

algún rayo naranja de sol

y una brisa tibia de música.

Ternuras de las que se respiran,

se saborean,

se gozan,

se renuevan

y a veces se gastan,

para el ccorazón siempre necesitado.

Y buenas razones

y mejores hechos,

que me parecen bastante

para el alma reluciente.

 

Manuel Camuñas

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