HAY
COLECCIONES QUE NO ME GUSTAN
A
veces, de puro orgullo,
ufanos
y felices de habernos conocido,
engreídos
sacamos pecho,
más
por aplausos, vítores y egos,
que
al amparo de razones irrefutables.
Épicos
golpeamos la cara con palmas abiertas,
hinchamos
carrillos,
y
endiosados resoplamos satisfacción.
Valerosos,
invencibles, heroicos,
damos
un paso al frente,
mostramos
heridas de guerra,
prepotencia,
necedad,
las
exhibimos con pompa y arrogancia,
y
como cenit de la estulticia,
se
incorporan a los manuales para ejemplo de generaciones.
¡Qué
merecidos trofeos de colección!.
¡Qué
altas dignidades!.
¡Qué
excelso honor y ensalzamiento!.
¡Qué
orgullo entre orgullos!.
¡Qué
vanidad entre vanidades!.
¡Cómo
justifican!.
¡Cómo
satisfacen!.
¡Cómo
saben a gloria!.
Pero
la gloria,
ah,
la gloria amigo,
la
gloria es más efímera que las heridas,
cuenta
con ello a pesar de tu júbilo.
Si
te digo la verdad,
hay
colecciones que no me gustan,
y
menos si se marcan a fuego en la piel,
en
el corazón,
en
el alma.
No
me gustan tales trofeos,
mucho
menos sus méritos,
y
lo de ensalzar,
cómo
decirlo,
lo
de ensalzar,
en
el mejor de los casos,
un
canto de sirenas.
Para
la piel no tengo dudas,
imprescindible
coleccionar
besos
extensos o muy extensos,
caricias
directas y al detalle,
algún
rayo naranja de sol
y
una brisa tibia de música.
Ternuras
de las que se respiran,
se
saborean,
se
gozan,
se
renuevan
y
a veces se gastan,
para
el ccorazón siempre necesitado.
Y
buenas razones
y
mejores hechos,
que
me parecen bastante
para
el alma reluciente.
Manuel
Camuñas
No hay comentarios:
Publicar un comentario